domingo, 30 de enero de 2011

Dondín y las serpientes

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Se encontraba Dondín descansando debajo de un gran hongo cuando sintió que algo se movia entre las plantas de los alrededores, consciente de que ningún animal del bosque ataca a los duendes, Dondin no se preocupo demasiado, asi que solamente se ladeo el gorro para cubrirse la cara y siguio sumido en sus pensamientos.

De pronto el sonido inconfundible de un animal reptando, por lo que de inmediato se incorporo, en el preciso instante en que una enorme boa, abría sus fauces, tratando de devorarlo; de forma instantánea, levantó una mano, haciendo un gesto mágico que dejó como congelada a la serpiente, desde luego sin lastimarla, el reptil estaba consciente y se notaba apenado por lo que estuvo a punto de hacer. Dondín bajó la mano y la serpiente recobró el movimiento. Dondín la ragañó:

_Pero qué ibas a hacer, ¿no te das cuenta que no soy tu alimento?

_Perdona, dijo la serpiente apenada, lo que sucede es que ya no veo bien, estoy muy vieja y cuando sentí tu presencia, por el tamaño pensé que era un conejo.

_Bueno, no te preocupes, afortunadamente no pasó nada, pero dime, ¿te puedo ayudar en algo?

_No lo sé, amigo, ¿cómo te llamas?, yo me llamo Boasa y vivo en los alredores, aunque mi madriguera tiene dos entradas, una está en la base del roble que está junto al camino.

_Yo me llamo Dondín y vivo en el gran pino del valle, soy el duende encargado de cuidar el bosque y a todos sus habitantes. Pero dime, ¿qué te pasa?

_Pues me encuentro muy triste, porque hasta hace poco tiempo yo vivía en una casa donde había muchos niños, pero me he hecho vieja y me echaron de la casa, ahora no tengo donde vivir, pues mis hermanas y parientas no me quieren, dicen que huelo a humano. Además, extraño a los niños.

_Vaya, pues sí que tienes problemas, Boasa, pero además te ves muy desaliñada, ¿eso te hace sentirte mal?

_Pues sí, es molesto, pero es que estoy cambiando de piel y eso dura algunos días, necesito estarme quieta en algún lugar, pero mis parientas me molestan y no me permiten quedarme. Son muy egoístas.
_Bueno, no te preocupes, Boasa, yo me voy a encargar de que ya no te molesten, pues es parte de mi trabajo, además, aún eres una boa muy guapa, verás que en cualquier momento aparece un galán que se enamore de ti.

_Ay, Dondín, dice eso para consolarme, pero yo ya me siento vieja.

_Verás que, en cuanto termines de mudar tu piel, te volverás a ver fresca y lozana......., ya lo verás.

Dondín dejó a Boasa cerca de un viejo olmo, la serpiente se enredó en el tronco y se quedó dormida, necesitaba descansar para ayudar a su cuerpo a realizar el indispensable cambio de piel. En tanto, el duende se dirigió al nido de una serpiente de cascabel que había visto en las cercanías. Al verlo llegar, la serpiente se irguió y miró fijamente a Dondín.

_¿Quien eres tú, pequeño?

_Soy Dondín, señora y soy el encargado de cuidar de este bosque. Vengo a saludarla y a hablarle de uan prima de usted que se encuentra en algunas dificultades.

_Ya, ya. Ya sé de quien me vas a hablar, ha de ser la odiosa de Boasa, esa vieja boa que está cel,osa porque yo tengo una hermosa camada de serpientitas y ella está completamente sola. ¿Es así, Dondin?

_Efectivamente, señora, se trata de Boasa; lo que sucede es que siempre estuvo viviendo entre humanos y se acostumbró a los niños, pero como la echaron de la casa, ella piensa que es por vieja. Lo que sucede es que como está mudando de piel, pues se ve fea y desaliñada.

_Perdona que sea tan descortés, Dondín, soy Cascabelina, pasa a mi nido, te voy a pfresentar a mi nidada, están bellísimos.
Caminando en pos de Cascabelina, quien reptaba orgullosa a mostrar a su prole, Dondín entró al nido de la serpiente. El nido era caliente y húmedo y en un rincón se enredaban unas veinte pequeñas serpientes. Cascabelina se acercó a ellas y se enroscó alrededor, como formando un cerco para mantenerlas unidas y calientitas.

_Estas chiquillas, son mi orgullo, Dondín, ¿verdad que son hermosas?

_Ciertamente, Cascabelina, son muy bonitas y van a dar gran animación al bosque cuando les permitas salir. Ahora quisiera pedirte que seas mas tolerante con Boasa, realmente ella no te va a causar ninguna molestia, te lo aseguro y nos va a ser de mucha utilidad, pues si no la dejas vivir aquí, en poco tiempo tendremos una sobrepoblación de conejos y roedores y bien sabes que eso es perjudicial para todos.

_Pero es que cuando salgan mis niñas, van a tener necesidad de muchos ratoncitos y no quiero que Boasa los vaya a espantar.

_Te repito, Cascabelina, que no tienes de qué preocuparte, pues parte de mi trabajo es ver que se mantenga el equilibrio del bosque en todos sus órdenes. Es mas, te voy a proponer algo que ahora se me ocurre: vas a dejar que Boasa termine su muda de piel y, en cuanto salgas tus vivoritas a aprender a cazar, yo me voy a llevar a Boasa a vivir a otro sitio que se me acaba de ocurrir.

_Muy bien, Dondín, lo haremos como tú lo dices, confío en ti y en que vivamos en paz todos los animales del bosque.

_Te lo garantizo, Cascabelina. Te felicito por tu nueva familia y cuando tengas algún problema, búscame, que siempre hallaremos una solución.

Dondín salió muy satisfecho del nido de Cascabelina, donde veinte chiquillas inquietas esperaban que su madre les llevara el alimento, que unas semanas después, ellas mismas tendrían que aprender a buscar. El duende regresó al lado de Boasa, quien se tallaba con deleite su escamosa piel vieja sobre una piedra, dejando al descubierto una nueva piel, lisa y brillante, lo que ya le estaba mejorando el ánimo.

Al ver a Dondín, lo recibió con verdaderas muestras de afecto, enredándo al duende con sus anillos constrictores, estando a punto de asfixiarlo, tanta era su emoción por estar recuperando su antigua imagen.

_!Puf...aggg...auch!... calma, Boasa, que me asfixias. Yo también estoy contento.

_Perdona, Dondín, de repente es tanto mi gusto que me olvido de mi fuerza.

_Ya puedes estar tranquila, Boasa, he hablado con tu prima Cascabelina y ya no te causará problemas. Yo quiero proponerte algo, que tal vez te va a gustar: Te quiero pedir que te vengas a vivir junto al gran pino, donde vivo con mis padres y hermanos, así estarás en el bosque y, a la vez, en contacto con los niños; no serán totalmente humanos, pero ellos estarán felices de tener su propia compañera para sus juegos. ¿Qué te parece?

_Me parece estupendo, Dondín, pues ya estoy acostumbrada a vivir entre los hombres, no importa que estos sean chiquitos, como tú.

Así fue como Boasa se fue a vivir al gran pino, donde los chiquillos jugaban con ella, delizándose sobre su ondulado lomo, como una gran resbaladilla. Pasado un tiempo, Boasa conquistó el corazón de Bolón y juntos formaron una bonita familia. Como las boas son ovovivíparas, no tienen necesitad de buscar un nido como el de sus primas, las serpientes de cascabel, que son ovíparas. La diferencia está en que, mientras las de cascabel ponen sus huevos y las crías nacen en el nido, las boas conservan sus huevos dentro de su cuerpo y cuando nacen las crías salen ya formadas.

Cuentan algunos viajeros que han pasado por las cercanías, que una familia de varias boas viven en esos sitios, manteniendo muy controlada la población de pequeños animales.

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