miércoles, 23 de febrero de 2011

Dondín y las hormigas (V)

Safe Creative #1101308372116
Un día radiante, de sol esplendoroso y viento fresco de la montaña de Guerrero, Dondín se encontraba jugando con Esteban, quien en ese entonces tenía alrededor de tres años; ambos se divertían con juegos que iban ideando, mas bien, los ideaba el duende, pues el niño era aún muy pequeño para expresar su imaginación, misma que estaba siendo enriquecida por el propio duende. Los padres de Esteban, mientras tanto, trabajaban afanosamente en el molino, pues recién se había levantado la cosecha de trigo de la región y estaban llenos sus almacenes del preciado grano, en tanto sus clientes les apresuraban para llevarse el harina obtenida, pues querían aprovechar los caminos secos antes de la temporada de lluvias; no obstante su ocupación, procuraban tener siempre a la vista al niño, quien reía y jugaba, a la vista de ellos, solo, pues los padres eran incapaces de ver al pequeño duende que cuidaba de su retoño.

Uno de los juegos favoritos de Esteban eran “las escondidas”; ya para entonces, el niño era considerablemente mas alto que Dondín, por lo que le era mas difícil esconderse y, también, presentaba mayores dificultades el hallar al duende, quien, por su tamaño, se ocultaba bajo las plantas o detrás de las piedras y raíces, haciendo mas divertido el juego.

En una ocasión, en la cual Esteban debería esconderse, lo hizo entre la maleza crecida, sin percatarse de que se había tendido sobre un hormiguero, de inmediato los insectos se le subieron al cuerpo y empezaron a picarlo; al escuchar su llanto y valiéndose de su magia, Dondín se presentó de inmediato junto al niño, impidiendo a las hormigas que le hicieran mas daño. Dondín ayudó a Esteban a levantarse y con el jugo de ciertas plantas, pronto alivió su dolor, sin que los padres del niño se percataran del incidente.

La hormiga reina salió a enterarse del asunto y cuando supo lo ocurrido, se disculpó con Dondín y, a manera de desagravio, los invitó a conocer su reino. Dondín evaluó la situación, pues tendría que reducir a Esteban y a él mismo, a fin de que pudiesen entrar en la cueva de las hormigas; desde luego que no tenía problema para hacerlo, pero Esteban no debería recordar esta aventura, aunque siendo tan pequeño, con seguridad, difícilmente se acordaría. En cuanto al tiempo, tampoco sería problema, pues el tiempo transcurrido durante la visita, sería como un segundo en la vida humana y los padres de Esteban no se percatarían de la ausencia del niño.

No hay comentarios: